jueves, 4 de junio de 2015

FELIPE III EL NOBLE

Felipe III de Évreux el Noble

(Felipe III de Navarra o de Évreux, llamado el Noble; ?, 1305 - Jerez de la Frontera, 1343) Rey consorte de Navarra (1328-1343) por su matrimonio con Juana II, hija de Luis X de Francia. Juana II fue proclamada reina de Navarra por las cortes de Pamplona (1328), y Felipe III prestó juramento como rey junto a su esposa en 1329. Durante su gobierno mantuvo una breve guerra contra Castilla (1334-1335), con la que posteriormente se alió en una campaña contra los musulmanes.

                                      Felipe III de Navarra
Hijo de Luis de Évreux y de Margarita de Artois, Felipe heredó de sus padres el condado de Évreux y otra serie de señoríos feudales anejos. En 1318 Felipe contrajo matrimonio con Juana II, hija de Luis I de Navarra y X de Francia. En 1328, al morir sin descendencia masculina directa el rey Carlos IV de Francia y I de Navarra, cuñado de Felipe, los derechos de sucesión de la corona navarra recayeron en Juana II, con lo que a través de Felipe III como rey consorte se inauguraba en Navarra la Casa de Évreux.
Cabía la posibilidad de que el trono pasase, en virtud de una pretendida ley sálica, a manos del futuro rey de Francia Felipe VI de Valois (1328-1350), nieto de Felipe III el Atrevido; a Isabel de Navarra, hija de Juana I de Navarra, hermana de Luis I el Hutín, Felipe II el Largo y Carlos I el Calvo y esposa de Eduardo II de Inglaterra; o a Juana, duquesa de Borgoña e hija de Felipe II el Largo. Sin embargo, las Cortes celebradas en Puente la Reina y Pamplona (Navarra, 1328) solicitaron que la Corona recayese en Juana II.
Respaldados por los estamentos navarros, los nuevos monarcas llegaron a un acuerdo (1336) con Felipe VI de Francia por el que ambos renunciaban al condado de Champagne y Brie y a todo derecho sobre la Corona francesa a cambio, por parte del rey francés, de la pérdida del trono navarro y la entrega de los condados de Angulema, Mortain y Longeville (1328). Para que Felipe III de Évreux recibiese el trono había una condición: el compromiso de que, si quedaba viudo, cedería el poder a su primogénito en el momento en que éste alcanzase la edad de 21 años, y en el caso de que éste muriese, renunciaría al mismo, comprometiéndose “a abandonar el reino con sus villas, fortalezas y derechos para que los dichos Tres Estados puedan hacer entrega a aquel o a aquella que por herencia legítima le corresponda dicho reino de Navarra”.
La universidad del reino recibió oficialmente a los monarcas en Larrasoaña (Navarra, 1329), quienes sólo estuvieron presentes en el reino con ocasión de su jura como soberanos (Pamplona, 5 de marzo de 1329), en la que el Felipe III de Navarra se comprometió a conservar los fueros, franquicias y libertades de los grupos sociales; a poner fin a las luchas iniciadas por sus antecesores; al mantenimiento durante doce años de la moneda en curso y a la acuñación de una única especie durante todo el reinado; al reparto de los bienes del reino con los súbditos considerados naturales, con la tasa máxima de cinco oficios o servicios para extranjeros o para sus familiares; al encomendamiento de castillos y fortalezas a todo aquel hidalgo del reino, y a la prohibición de toda venta, cambio, donación o anexión del reino.
Las cuestiones relativas al orden sucesorio fueron tratadas en las Cortes Generales de Olite, celebradas el 15 de mayo de 1329. Al mes siguiente Felipe III y Juana II regresaron a Francia y sólo retornaron a Navarra con el fin de confirmar una reforma o amejoramiento del Fuero General. La localización de sus intereses en Francia hizo que fijasen su residencia en este país, de forma que para el ejercicio de sus funciones nombraron gobernadores y funcionarios de origen francés; sin embargo, el gobierno efectivo estuvo en manos de individuos que llegaron a alcanzar amplios poderes y que sólo vieron limitada su práctica por la presencia de distintos observadores reales. Aprovechando este absentismo monárquico, se produjo una matanza de judíos y el asedio y posterior destrucción de varias aljamas en toda Navarra.
En un intento de imitar al rey Jaime II el Justo en la adecuación de las fronteras eclesiásticas a las políticas, en 1330 Felipe III de Navarra solicitó al papa Juan XXII (1316-1334) la conversión de la colegiata de Tudela en catedral y su dotación de rentas propias, a las que se unirían las que el obispo y cabildo de Tarazona (Zaragoza) poseían en Navarra; sin embargo, el mayor influjo de la diplomacia aragonesa frente a la navarra hizo que el proyecto no prosperase.
Las relaciones con la Corona de Aragón mejoraron en comparación con las mantenidas por sus predecesores, gracias a la política de alianzas matrimoniales emprendida. En 1331 Felipe III inició las gestiones con Alfonso IV el Benigno (1327-1336) para casar a su primogénita Juana con el infante Pedro, futuro Pedro IV el Ceremonioso; las capitulaciones se firmaron en 1333. Sin embargo, la renuncia de Juana a sus derechos al trono y su ingreso en un convento decidió a navarros y aragoneses a casar al infante con la segunda hija del monarca navarro, María de Navarra; las nuevas capitulaciones se firmaron en Anet (Francia, 1337) y la boda se celebró al año siguiente.

El reconocimiento en Sangüesa (1331) por parte del infante Alfonso de la Cerda de que Alfonso XI el Justiciero (1312-1350) mantenía las tierras de Álava, La Rioja y Guipúzcoa contra derecho provocó años más tarde una guerra entre Castilla y Navarra (1334-1335); las diferencias se incrementaron en 1334 y el monarca castellano solicitó la ayuda de su cuñado Alfonso IV el Benigno con el propósito de impedir que el infante Pedro colaborase con el rey navarro; este primer enfrentamiento concluyó con la Paz de Fraces (1335).
Al año siguiente ambos reinos, Castilla y Navarra, disputaron en la Batalla de Tudela el control del monasterio de Fitero y del castillo de Tudején (Navarra), enfrentamiento que terminó con el Tratado de Cuevas (1336). El entendimiento conseguido entre ambos monarcas, unido a la tregua firmada en 1342 entre Francia e Inglaterra durante el transcurso de la Guerra de los Cien Años, hizo que Felipe III de Évreux proyectase una expedición conjunta contra los musulmanes del reino de Granada; en el transcurso del sitio de Algeciras (1343), Felipe III enfermó gravemente. Tras la muerte de Felipe, su esposa Juana II asumió la regencia de su hijo Carlos II el Malo hasta la mayoría de edad de éste.
De la unión de Felipe III de Navarra con Juana II nacieron María, casada con Pedro IV el Ceremonioso; Blanca de Navarra, esposa de Felipe VI de Valois; Inés, casada con el conde de Foix, Gastón III; Juana, esposa del vizconde Ruán, Juan II; Felipe, casado con Yolanda de Flandes, y Luis, esposo de Juana de Sicilia. Cabe destacar que durante el gobierno de Felipe III de Navarra se llegó a la conformación definitiva de las Cortes; las principales asambleas representativas reunidas en el transcurso de su reinado fueron las cortes navarras de Larrasoaña, Pamplona, Olite y Estella (todas ellas en 1329), Pamplona (1330 y 1331) y, por último, otras celebradas en los años 1333 y 1342, sin que se tenga ninguna referencia del lugar.

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