jueves, 9 de abril de 2015

BUSH

George W. Bush

(George Walker Bush; New Haven, Connecticut, 1946) Aunque nacido en el estado de Connecticut, su familia se asentó en Texas cuando él sólo contaba dos años. Mientras su padre prosperaba en el negocio del petróleo, George Bush hijo disfrutaba de la fortuna y las influencias familiares, y pasaba sin pena ni gloria sus años de estudio en Yale y Harvard, en los que obtuvo la licenciatura en Historia (1968) y un máster en Administración de Empresas (1975), respectivamente.

George Bush
A finales de la década de 1970 George Bush inició sus escarceos en los negocios y la política, con idénticos pobres resultados. En 1977 se casó con Laura Welch, con la que tuvo en 1981 a las gemelas Jenna y Barbara.
La biografía de George Bush dio un giro profundo a cuando, en 1986, decidió abandonar el alcohol. Tras el fracaso de su padre en las presidenciales de 1992, tomó el relevo familiar en la política y se presentó para el puesto de gobernador de Texas. Su victoria en los comicios de 1994 le confirió el mando del segundo mayor estado de la Unión, una plataforma ideal para alcanzar la Casa Blanca. Fue reelegido en 1998, y su gestión trascendió las fronteras estatales en torno al tema de la pena de muerte: durante su mandato se ejecutaron 120 reos.
En marzo de 1999, George Bush dio el paso definitivo hacia la presidencia y anunció su candidatura por el Partido Republicano, en cuyas primarias se impuso a John McCain. Durante la campaña, Bush no pudo ocultar sus carencias, se hizo pública su antigua dependencia del alcohol y su desconocimiento de la política internacional, pero supo subsanarlas con un trato cordial y directo que hacía convincente su idea de un "conservadurismo compasivo" en el que la iniciativa privada tomara las riendas del país sin defenestrar la política social.
Las elecciones del 2 de noviembre de 2000 arrojaron un empate virtual: el demócrata Al Gore obtuvo más votos populares, pero Bush más compromisarios. A pesar del recuento manual de votos y las reclamaciones de los demócratas ante los tribunales, el 13 de diciembre el Tribunal Supremo zanjó el asunto en favor de Bush.
Las primeras decisiones George Bush evidenciaron el comienzo de un etapa diferente, cuando no opuesta, a la de su predecesor. Destacaron la puesta en marcha de un importante recorte fiscal, que ponía en cuestión la continuidad de las prestaciones sociales; la negativa a suscribir los acuerdos de Kioto sobre medio ambiente y la puesta en marcha de un programa de defensa antimisiles que amenazaba con devolver la diplomacia internacional a los tiempos de la guerra fría.
Los atentados suicidas del 11 de septiembre de 2001, atribuidos a la organización terrorista Al Qaeda liderada por Osama bin Laden, colocaron a George Bush al frente de la primera gran crisis internacional del siglo, optando por una política militarista cuyo primer objetivo fue Afganistán.
La doctrina de la legítima defensa dio paso a la de la guerra preventiva y George W. Bush situó a Saddam Hussein en el punto de mira de la potente maquinaria bélica estadounidense. Contando con el único apoyo incondicional de Tony Blair en el Reino Unido y de José María Aznar en España, el presidente estadounidense desplegó su ejército en torno a Irak en espera de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que legitimara la acción bélica.

A pesar de la presión internacional contra la guerra, liderada por Francia y Alemania, y al margen de la resolución de las Naciones Unidas, el 20 de marzo de 2003 Estados Unidos inició el ataque a Irak, que culminó un mes después con la caída del régimen de Hussein y la instauración de una administración interina bajo el control de Washington.
George W. Bush, incapaz de encontrar en Irak armas de destrucción masiva, cuya posesión había constituido el principal argumento para la guerra, acusó a Siria de ocultar dichas armas y de dar refugio a funcionarios del derrocado régimen iraquí, aunque la falta de apoyo de sus principales valedores en la guerra de Irak (Reino Unido y España) moderó sus declaraciones.
El 13 de diciembre de 2003 Bush pudo anunciar la tan deseada detención de Saddam Hussein, lo cual sirvió para compensar el desgaste político sufrido frente a la presión de la opinión pública, cada vez más en contra de la violenta posguerra, por los reiterados ataques de la resistencia iraquí contra las tropas de la coalición destinadas en Irak.
La guerra de Irak y la lucha contra el terrorismo fueron los temas que centraron el debate durante la campaña electoral para las presidenciales de noviembre de 2004, en las que George W. Bush, que optaba a la reelección, obtuvo la victoria frente al candidato demócrata John Kerry. La substitucion de Colin Powell por Condoleezza Rice al frente de la secretaría de estado parecía augurar, según los expertos, un giro hacia posiciones todavía más conservadoras en su segundo mandato.
El verano del primer año de la segunda era Bush resultó particularmente amargo para el dirigente republicano. A la creciente impopularidad por el despliegue militar en Irak se sumó la falta de celeridad en la respuesta oficial a la devastación que originó el huracán Katrina, la catástrofe natural más grave en la historia del país desde el terremoto de San Francisco. Las autoridades de Luisiana, Alabama y Misisipí, los Estados más afectados por la catástrofe, denunciaron la pasividad inicial de Washington y la desorganización en las labores de evacuación de la población atrapada en Nueva Orleans, donde perecieron varios centenares de personas.
Iniciado el otoño, un escándalo sobre desvío de fondos electorales y lavado de dinero salpicó directamente a Tom DeLay, líder republicano en la Cámara de Representantes. Pero el capital político del presidente se redujo todavía algunos enteros más antes de acabar el año. Su debilidad en el partido republicano quedó en evidencia tras la retirada de su candidata, ampliamente rechazada por los ultraconservadores, a la presidencia del Supremo.
Al mismo tiempo, su equipo directo de colaboradores sufría un golpe demoledor por el "caso Plame". El 28 de octubre de 2005 Lewis Libby, jefe de gabinete del vicepresidente Dick Cheney, presentó su dimisión tras conocer la decisión de un gran jurado de Washington de procesarle por perjurio, falso testimonio y obstrucción a la justicia. El fiscal independiente Patrick Fitzgerald había iniciado la investigación dos años antes para averiguar la implicación de altos cargos de la Administración en la filtración del nombre de una agente secreta de la CIA (Valerie Plame), como represalia a las críticas vertidas por su marido, el diplomático Joe Wilson, que denunció la falsedad de algunas de las pruebas que la Casa Blanca utilizó para justificar la guerra contra Sadam Husein. Karl Rove, principal asesor político del presidente Bush, fue otro de los altos funcionarios investigados por el fiscal.
El temor a sufrir un descalabro electoral en las presidenciales animó al equipo de Gobierno a planear algunos reajustes en la Casa Blanca. El 5 de mayo de 2006, el presidente anunció el relevo del director de la CIA, Porter Goss, cuando aún no se habían cumplido dos años desde que accedió al cargo. Aunque Bush no aportó motivos para el relevo, el cese del jefe de los servicios secretos llegaba en pleno debate sobre el escándalo de presuntos vuelos organizados por la Agencia para secuestrar a sospechosos de terrorismo en territorio europeo y trasladarlos a países árabes donde se practicaban torturas.

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