sábado, 25 de julio de 2015

ABBAS, MAHMUD

Mahmud Abbas

(Safed, 1935) Político palestino, presidente de Autoridad Nacional Palestina (ANP) desde 2005. Mahmud Abbas nació en Safed, una aldea galilea en la Palestina bajo mandato británico, que fue adjudicada en el año 1947 al Estado de Israel en virtud del plan de partición de la ONU. Tenía 13 años cuando la primera guerra árabe-israelí (1948) llevó a su familia a buscar refugio en Siria. En este país ejerció la docencia como maestro de escuela, mientras cursaba derecho en la Universidad de Damasco.

                                          Mahmud Abbas
A finales de la década de 1950, en el Qatar bajo tutela británica, trabajó en el servicio civil para los refugiados y tuvo sus primeros contactos con Al Fatah, partido en el que ingresó en 1965, poco después de que su brazo armado comenzara sus actividades contra Israel.
En Al Fatah adoptó el nombre de batalla de Abu Mazen, que significa "padre de Mazen" (nombre de su primogénito, nacido en 1960). Fue un firme partidario de la integración del partido en la OLP (Organización para la Liberación de Palestina), que se produjo en 1968, tras lo cual formó parte del Consejo Nacional Palestino, órgano legislativo con sede en Jordania.
Mientras Yasser Arafat y otros líderes de Al Fatah dirigían las incursiones de los fedayines en Israel, que derivaron en atentados terroristas como el de la organización terrorista Septiembre Negro en la villa olímpica de Múnich, en 1972, Abbas se encargaba de la organización y las finanzas del partido, un hecho que le restó popularidad entre sus compañeros, en su mayoría muertos en la lucha contra el enemigo o entre las facciones del propio bando.
En 1980 ingresó en el comité ejecutivo de la OLP, y en 1984, en Túnez, pasó a dirigir la Oficina de Relaciones Nacionales e Internacionales de la organización. Se doctoró en la Escuela de Estudios Orientales de la Universidad Estatal de Moscú en 1982 con una tesis polémica: La otra cara: las relaciones secretas del nazismo con el movimiento sionista.

En plena intifada, Mahmud Abbas mantuvo con Israel los contactos secretos preparatorios de la Conferencia de Madrid (1991), los Acuerdos de Oslo (1993) y la Declaración de Washington (1993), cuyo documento firmó por parte palestina. En 1995, tras 47 años de exilio, retornó a su tierra. Obtuvo un acta de diputado por Qalqilya (Cisjordania) en las elecciones de 1996. Interlocutor permanente de las negociaciones de paz, ocupó el puesto de primer ministro en la reestructuración del poder palestino llevada a cabo en 2003 por las presiones internacionales.
En su papel de mediador entre las distintas fuerzas y como garante de la contemporización con Israel que el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Arafat, no facilitaba, Abbas siempre cargó con el sambenito de "traidor" que le dirigían los sectores radicales. Un problema que en 2005, tras la oscura muerte de Arafat, se acentuó al tomar Abbas el relevo en el poder, el 9 de enero de 2005: el cerco occidental a Palestina que siguió en 2006 a la victoria en las urnas de Hamás (organización islámica de corte radical que surgió en 1987 y se convirtió en partido político en 2005) propició el apoyo israelí a Abbas y la partición palestina en dos entidades territoriales. Frustradas las negociaciones entre Hamás y Al-Fatah para formar un Ejecutivo de unidad nacional, el primer ministro Ismail Haniyapresentó un Gabinete integrado por tecnócratas independientes y figuras clave del movimiento fundamentalista, que acabaría recibiendo la aprobación de la cámara.

martes, 9 de junio de 2015

CACERES ANDRES AVELINO

Andrés Avelino Cáceres

(Andrés Avelino Cáceres Dorregaray; Ayacucho, Perú, 1833 - Lima, 1923) Militar y político peruano, héroe de la Campaña de La Breña contra la ocupación chilena de Perú durante la Guerra del Pacífico (1879-1883) y dos veces presidente de la República peruana (1886-1890 y 1894-1895) durante el Segundo Militarismo. Ingresó muy joven en el ejército y tomó parte en varios de los enfrentamientos civiles de la época al servicio de Ramón Castilla. Ascendido a capitán, acudió a la frontera cuando estalló la guerra con el Ecuador. Durante el gobierno del general Pezet fue desterrado a Chile por su oposición al presidente; cuando le fue permitido regresar al país, apoyó el golpe de Estado de Mariano Ignacio Prado y participó en el Combate del Callao o del 2 de mayo de 1866, en el que Perú derrotó a la flota española.

                                       Andrés Avelino Cáceres
Al estallar la Guerra del Pacífico, Cáceres se encontraba en el Cuzco, y participó en los principales episodios del conflicto. En 1881 tuvo una actitud sobresaliente en la defensa de la capital de Perú, Lima, que terminó cayendo en manos de los chilenos. Herido, se refugió en el hospital jesuita y consiguió fugarse a la sierra central, desde donde comandó una heroica resistencia frente al ejército chileno, conocida como Campaña de La Breña, con el apoyo de los campesinos de la zona. Fue entonces cuando los chilenos empezaron a llamar El Brujo de los Andes a Andrés Avelino Cáceres por sus cualidades de estratega, que lo hacían parecer omnipresente. Después de una muy valerosa actuación, fue derrotado en Huamachuco en 1883.
Obligado el Perú a firmar el tratado de Ancón con Chile, Cáceres se opuso y se sublevó contra Miguel Iglesias. En 1886 fue elegido presidente; gobernó hasta 1890 y fue reelegido en 1894. Pero una coalición encabezada por Nicolás de Piérola lo obligó a entregar el mando. De 1905 a 1914 desempeñó cargos diplomáticos en Europa. En 1919, en reconocimiento a su brillante actuación en la Campaña de La Breña, fue honrado con el grado de Mariscal del Perú.
Biografía
Andrés Avelino Cáceres estudiaba en un colegio de su tierra natal cuando en mayo de 1854 lo visitó Ramón Castilla, caudillo que se había sublevado contra el gobierno de José Rufino Echenique, liderando a la facción liberal. El joven Cáceres se vio atraído por la figura del caudillo tarapaqueño y por los principios liberales, por lo que dejó de estudiar para convertirse en cadete del batallón Ayacucho, que estaba formando el general Fermín del Castillo.
Bajo sus órdenes, Cáceres libró en Lima la batalla de La Palma, en la fue derrotado. Por su participación fue ascendido a subteniente y muy pronto a teniente graduado y efectivo. Intervino nuevamente apoyando la causa de Castilla contra la revolución de Manuel Ignacio de Vivanco en Arequipa. Combatió en Yumina y Bellavista, y participó en el asalto de Arequipa, por lo cual fue ascendido a capitán. En la toma de la ciudad recibió una herida bajo el ojo izquierdo que, felizmente, no le comprometió la vista.
Cuando se dio el conflicto con el Ecuador entre 1859 y 1860, Cáceres, que estaba aún convaleciente por las heridas recibidas en su última campaña, acudió a la defensa de la frontera. Luego fue enviado por el presidente Castilla a Francia, como adjunto militar a la Legación peruana en París, para curarse viejas y nuevas heridas, volviendo al país en 1862. Se integró entonces al batallón Pichincha en Huancayo.

                                    Andrés Avelino Cáceres
Al producirse los acontecimientos que llevaron a la guerra con España, Cáceres se opuso firmemente a la actitud, que consideraba pasiva, del gobierno de Juan Antonio Pezet frente a la ocupación de las Islas Chincha por la Expedición Científica Española. Por su dura crítica al gobierno fue apresado y desterrado con otros oficiales, que lograron huir a Mollendo. Los prófugos se unieron a la llamada Revolución restauradora del honor nacional, que Mariano Ignacio Prado lideraba contra Juan Antonio Pezet y el claudicante Tratado Vivanco-Pareja, que aceptaba las condiciones de la Armada española. Cáceres apoyó el golpe de Estado de Prado, participando en la ocupación de Lima. Con Prado en el poder, fue ascendido e intervino en el llamado Combate del Callao o del 2 de mayo de 1866, donde fue vencida la Armada española, que se retiró a la Isla San Lorenzo, para luego abandonar el Perú.
Después de estos hechos, Andrés Avelino Cáceres solicitó su retiro y entre 1868 y 1872 se dedicó a la agricultura en la tierra que lo vio nacer. En 1872 se opuso al intento de golpe de Estado de los hermanos Gutiérrez contra el que se convertiría en el primer presidente civil, Manuel Pardo Lavalle. El líder del Partido Civil le otorgó la jefatura del batallón Zepita, que Cáceres aceptó gustoso. Tuvo que apagar un conato de rebelión que surgió en sus filas y marchó a Tarma y Chanchamayo para completar la formación de sus hombres. Participó contra la rebelión de Nicolás de Piérola en Moquegua, batiéndolo en el Alto de los Ángeles; tras esta acción fue promovido a coronel graduado. Fue elegido Prefecto del Cuzco en 1877, sin abandonar sus obligaciones militares al frente del batallón Zepita.
La Guerra del Pacífico
Desempeñando este cargo se inició la Guerra del Pacífico (1879-1883), que enfrentó a Perú y Bolivia contra Chile por el control de la región situada al norte del desierto de Atacama, muy rica en salitre. Andrés Avelino Cáceres tuvo que dirigirse al sur en la II División, peleando en la Campaña de Tarapacá, las batallas de San Francisco (19/11/1879) y Tarapacá (27/11/1789). En esta última fue donde Andrés Avelino Cáceres tuvo una destacada actuación cuando logró tomar los cerros, haciendo retroceder a las tropas chilenas, que se vieron obligadas a abandonar sus cañones Krup. Si bien Tarapacá fue defendida gracias a la destreza de Cáceres, fue una victoria provisional, ya que el ejército peruano debió retroceder, dejando el territorio salitrero al enemigo.
Cáceres colaboró en la reorganización del Ejército del Sur para su concentración en Tacna junto con las tropas bolivianas al mando del nuevo presidente de Bolivia,Narciso Campero, que sucedía a Hilarión Daza, depuesto a finales de 1879. En Perú también se había dado una crisis política: el nuevo presidente era Nicolás de Piérola, que había derrocado por esas mismas fechas a Mariano Ignacio Prado. En ese contexto se dio la Campaña de Tacna, en la que intervino Cáceres, demostrando gran valor en el Alto de la Alianza (26/5/1880). Luego, el caudillo se dirigió a la capital, a la que arribó en agosto de 1880. Fue nombrado Comandante General de la V División del Ejército del Centro y partió a Huaral para concluir el entrenamiento del ejército de reserva.

                                     Andrés Avelino Cáceres
Como coronel efectivo participó en la Campaña de Lima, la cual fue organizada personalmente por Nicolás de Piérola; poco dotado como estratega, Piérola ordenó formar dos líneas defensivas demasiado extensas: la de San Juan, compuesta por trincheras y que iba desde el Morro Solar hasta Monterrico chico, y la de Miraflores, que era la línea de reductos, que iba desde Armendáriz hasta camino a Chosica. Las tropas chilenas, al mando de Manuel Baquedano, desembarcaron en Pisco y Curayacu, tres millas al norte de Chilca, llegando a Lima por el Morro Solar, que estaba siendo defendido por Miguel Iglesias, el cual se vio obligado a retroceder ante la presión de las fuerzas chilenas. Cáceres participó en la fracasada batalla, teniendo que retirarse a Chorrillos con lo que le restaba de sus hombres en orden, luego de haber sufrido fuertes pérdidas.
Después de la derrota de San Juan, el 13 de enero de 1881, las tropas chilenas incendiaron Chorrillos y Barranco. Aprovechando la borrachera, Cáceres quería algunos soldados para atacar por sorpresa a los chilenos, pero Piérola se negó. El 15 de enero el ejército chileno rompía la línea de Miraflores, donde Cáceres luchó denodadamente, sufriendo la perforación de su fémur derecho. Acudió a un puesto ambulatorio en San Carlos, y fue escondido por los jesuitas en la celda del padre superior del Convento de San Pedro; dos días después la capital del Perú quedaba en manos de los chilenos. Estaba todavía en convalecencia cuando, el 15 de abril de 1881, huyó de Lima, temiendo ser hallado en las pesquisas que hacían las tropas chilenas. Marchó a Jauja y fue nombrado jefe político y militar de los departamentos del Centro.
La ocupación chilena
Con la caída de Lima el 17 de enero de 1881 se iniciaba la ocupación chilena (1881-1883), que obligó al gobierno peruano a refugiarse en las tierras altas. Cáceres organizó sus montoneras en el Valle del Mantaro, en la Sierra Central, y estableció su cuartel general en Matucana. Fue ascendido a general en agosto de 1881. Luego reubicó su cuartel en Chosica, pero no por mucho tiempo. Le fue ofrecida la presidencia en 1881, que no aceptó para no crear más divisiones. Las principales batallas de la Campaña de la Breña se dieron en Pucará el 2 de febrero de 1882; nuevamente en Pucará, Marcavalle y Concepción el 9 de julio de 1882; y en Huamachuco el 10 de julio de 1883.
Esta última fue la única derrota considerable que sufrió el líder, pues los demás encuentros fueron victorias de Cáceres, que hasta hoy se recuerdan y rememoran a través del folklore popular de la región. Por sus destrezas en la lucha, Cáceres se ganó el apelativo de El Brujo de los Andes. La exitosa Campaña de la Breña duró hasta que el caudillo del Norte, Miguel Iglesias, dio el Grito de Montán desde su hacienda en Cajamarca para poner fin a la guerra. Una asamblea nombró a Miguel Iglesias Presidente Regenerador del Perú y lo facultó para negociar un tratado con Chile. Ello llevó a la firma del Tratado de Ancón de 1883, al que Cáceres se opuso.
En la presidencia
Finalizada la contienda y como consecuencia de ella, comenzó en Perú la época del Segundo Militarismo (1884-1895), en la que los más importantes jefes militares de la guerra contra Chile dominaron el panorama político. Andres Avelino Cáceres se sublevó contra Iglesias, que tuvo que dejar el poder y convocar elecciones, saliendo elegido el héroe de la Breña. En su primer gobierno (1886-1890), Cáceres formó el Partido Constitucional.
En ese contexto de crisis a todos los niveles, Manuel González Prada pronunció un famoso discurso en el Teatro Politeama en 1888, en el que expresó una crítica feroz al pasado republicano y a sus líderes, entre ellos Cáceres, y reveló su profundo espíritu antichileno. Este discurso se dio en el marco de un evento realizado para recaudar fondos para la recuperación de Tacna y Arica, provincias que se hallaban en poder de Chile desde el final de la guerra. También en este período se desarrollaría el indigenismo, que buscaba superar la discriminación de que habían sido objeto los indígenas. Entre sus exponentes destacó Clorinda Matto de Turner. Fue una etapa importante a nivel cultural, que se vio enriquecida con una reflexión meditada.
Con el objetivo de cancelar la deuda externa debida a la crisis fiscal y a la ruina del crédito exterior provocada por la guerra, Andrés Avelino Cáceres firmó el discutido Contrato Grace en 1889. En virtud de este convenio, acordado entre el Estado peruano y Miguel Grace, representante de los tenedores de bonos de la deuda externa peruana, los bonistas ingleses cancelarían totalmente la deuda, que ascendía a 51 millones de libras esterlinas. A cambio, el estado peruano entregaría los ferrocarriles por 66 años y tres millones de toneladas de guano, y se comprometía a pagar 33 anualidades de 80.000 libras cada una.
Los tenedores de bonos constituyeron en Londres una compañía para la administración de los ferrocarriles: la Peruvian Corporation. Además, los bonistas debían concluir los tramos ferroviarios de Chicla-La Oroya (ferrocarril central) y Juliaca-Santa Rosa (ferrocarril del sur), y se comprometían a construir 70 kilómetros más de cualquier otro ferrocarril. Asimismo, se les concedió la libre navegación por el Lago Titicaca y el libre uso de algunos muelles del país. En esta época se inició la explotación del caucho y la agroexportación. Surgió el Banco Italiano, que al inicio atendía a residentes italianos y que en poco tiempo fue creciendo y empezó a atender también al público nacional.
Después de su período presidencial, Cáceres fue nombrado Ministro Plenipotenciario del Perú en Inglaterra y Francia. Le sucedió en la presidencia el coronel Remigio Morales Bermúdez, quien murió sin haber concluido su período de gobierno (1890-1894). Su segundo vicepresidente, Justiniano Borgoño, completó su período apoyado por el ejército.
La reelección y la guerra civil
Finalmente, se convocaron elecciones y resultó victorioso Cáceres, iniciándose así su segundo mandato presidencial (1894-1895), mucho más breve que el anterior. Frente a la reelección del héroe de la Breña se levantó una fuerte oposición, liderada por Nicolás de Piérola, fundador del Partido Demócrata, que se había unido a la Unión Cívica de los civilistas, formando la Coalición Nacional. La guerra civil que estalló en 1895 se debió, entre otros factores, a la oposición a la permanencia de los militares en el poder y a la reelección de Cáceres, cuya gestión había recibido duras críticas, sobre todo en lo referente a la firma del Contrato Grace.
En las provincias surgieron las montoneras pierolistas y caceristas, que luchaban entre sí. El 17 de marzo de 1895, Piérola entró en Lima con su gente por la Portada de Cocharcas. Durante varios días se prolongó la lucha en la capital, a pesar de que los caceristas habían sido forzados a retroceder al Palacio de Gobierno. Se calcula que murieron alrededor de mil personas, cuyos cadáveres, al no poderse enterrar, no sólo despedían un hedor insoportable, sino que también amenazaban a la ciudad con una epidemia. Frente a esta situación, el cuerpo diplomático se reunió y logró una tregua de 24 horas entre los dos bandos para sepultar los cuerpos. La paz fue prorrogada y Cáceres tuvo que renunciar. Con la victoria de Piérola se ponía fin al período que los historiadores han denominado Segundo Militarismo.
Finalizada la guerra civil, Andrés Avelino Cáceres se dirigió a Buenos Aires, donde permaneció hasta el año 1899; vivió también en París, y fue Ministro Plenipotenciario en Italia (1905-1911) y Alemania (1911-1914). Cuando volvió a su patria en 1915, promovió la elección de José Pardo y Barreda. Como el presidente no correspondió al favor, Cáceres apoyó el movimiento que lo derrocó en 1919. Fue honrado con el título de Mariscal el 10 de noviembre de ese mismo año. Andrés Avelino Cáceres falleció en Lima el 10 de octubre de 1923.

FRANCIS FORD COPPOLA

Francis Ford Coppola

(Detroit, EE UU, 1939) Director, guionista y productor de cine estadounidense. Hijo de una familia de emigrantes napolitanos, a los nueve años contrajo la poliomielitis, lo cual le obligó a permanecer en cama durante una larga temporada y a depender, en su primera adolescencia, de los cuidados de sus mayores. Tras graduarse en la escuela de cine de la Universidad de Los Ángeles, colaboró con Roger Corman en varias películas de terror, tarea que compatibilizó con sus primeros trabajos como director, los cuales recibieron una tibia respuesta del público y la crítica.

                                     Francis Ford Coppola
En 1969 recibió un Oscar por su trabajo como guionista de Patton. Ello motivó que la Paramount le encargara el guión y la dirección de El padrino (1972). Galardonado con tres Oscar, el filme arrasó en taquilla y aún hoy día es un auténtico símbolo de lo mejor que dio de sí el cine en la década de los 70. Realizada por un Coppola que contaba tan sólo 33 años de edad, la adaptación de la novela de Mario Puzo es un deslumbrante retorno al género de gángsters de una intensidad narrativa excepcional, testimonio de una gran madurez creativa del director.
Coppola supo desarrollar durante 176 minutos de perfección técnica el éxito de la familia mafiosa de origen italiano de los Corleone frente a sus competidoras, y el fracaso de todos los intentos de evitar la guerra de familias por parte de don Vito Corleone (Marlon Brando), superado por la lógica de venganzas y contravenganzas y por la aparición de las drogas en el mundo del tráfico ilegal. Michael (Al Pacino), su hijo y sucesor, al que pretendía mantener alejado de los asuntos sucios de la familia y permitirle una carrera respetable, asume finalmente su papel dentro de la estructura férrea y ritualizada de la Mafia, palabra que no se menciona en toda la película. Tras la eliminación física de todos sus competidores, el triunfo corresponde a la familia, pero, ante todo, a la lógica de la Mafia, una ley que llega a parecer natural e irresistible al espectador, atrapado él también en los lazos de la familia y la venganza, superiores incluso al poder casi sagrado del padrino.
Del filme destaca sobre todo el equilibrio dramático que supo imprimir Coppola a la epopeya, donde la violencia está siempre presente, y, sin embargo, no se explota de forma gratuita ni efectista. La composición de los personajes que realizan Brando y Al Pacino es otro de los atractivos fundamentales del filme, de donde extrae gran parte de su credibilidad. A este mismo objetivo responden una ambientación y una decoración detalladísimas. Crónica ajena a todo juicio moral explícito, El padrinoreproduce a la perfección la opresión y la contundencia implacable de la lógica mafiosa, que termina siempre por reproducirse a sí misma.

                        El padrino (1972), de Francis Ford Coppola
El personaje de Al Pacino fue el hilo conductor a través de las continuaciones de la saga (El padrino II, de 1974, El padrino III, de 1990) que Coppola fue convirtiendo en un gran fresco histórico de Estados Unidos desde principios del siglo XX. La complejidad del personaje (progresivamente sumergido en una espiral de violencia desde su primera etapa de adolescente tierno y despreocupado de los asuntos familiares, hasta convertirse en una bestia feroz e implacable capaz de todo por sujeción a la familia como "idea") fue aumentando a medida que se desarrollaba la saga: en la segunda parte, quizás la más lograda, se refuerzan los tonos trágicos de resonancias shakespearianas del personaje (culminando con la ejecución de su propio hermano), así como las implicaciones sociopolíticas de la trama.
El último capítulo de esta trilogía, rodado ya en 1990, convirtió el mundo de los Corleone en un escenario a medio camino entre Shakespeare y el verismo italiano, una auténtica ópera cinematográfica dirigida con mano maestra por Coppola, en la que el vértigo ante el paso del tiempo y el peso de los crímenes y del pasado estalla finalmente en una de las más hermosas imágenes rodadas por el director: Al Pacino-Michael Corleone gritando sin emitir un solo sonido en las escalinatas de la Ópera de Palermo, después de ver cómo mueren entre sus brazos todas sus esperanzas de redención para el futuro.
Gracias a esta película, Francis Ford Coppola adquirió los medios económicos y el prestigio necesarios para desarrollar y producir sus propios filmes, en el marco de la American Zoetrope, que él mismo fundó en 1971 y en la que trabajarían Martin Scorsese y George Lucas. El otro monumento erigido por Coppola al poder del cine en los años 70 es Apocalypse Now (1979), fascinante adaptación de El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, a la guerra de Vietnam. El recorrido iniciático del personaje interpretado por Martin Sheen penetrando en el corazón del infierno para encontrarse a un semidiós oscuro y salvaje al final del camino (escalofriante aportación de Marlon Brando) constituye un paseo por la desmesura, la locura y la muerte convenientemente puesto en imágenes por el director.
La historia de Apocalypse Now gira en torno a Benjamin L. Willard, un capitán del ejército de los Estados Unidos que, en plena guerra de Vietnam, recibe una extraña orden: remontar un río hasta un punto situado más allá de las líneas enemigas, en plena Camboya, para acabar con un oficial desertor, el coronel Walter E. Kurtz, que se ha instalado allí en compañía de unos renegados; en un estado que raya la locura, Kurtz vive recluido en una fortaleza situada en el interior de la selva y protegida por los indígenas de la zona. Willard examina el currículum de Kurtz, del que extrae la imagen de un soldado brillante y enigmático.

                      Apocalypse Now (1979), de Francis Ford Coppola
A medida que Willard avanza por las aguas del río Mekong a bordo de una pequeña embarcación y acompañado por cuatro soldados aficionados a las sustancias alucinógenas, el ambiente se enrarece y la jungla se convierte en un universo caótico en el que se materializa toda la paranoia que encierra la misión. A lo largo del trayecto, Willard y la tripulación se topan con un teniente coronel enamorado del napalm y del surf, con un espectáculo itinerante protagonizado por varias "conejitas" del Playboy y con un sampán en apariencia inofensivo pero cuya rutinaria inspección desata un baño de sangre. Finalmente, la embarcación de Willard se adentra en Camboya, donde alcanza las fuentes del río y, con ellas, el reino del temible Kurtz. Cuando Willard se encuentra con Kurtz, éste lo retiene y lo somete a sus iluminadas dotes como orador. Kurtz habla de la autodestrucción, de la visión del horror y del orden dentro del caos. Sus palabras son el colofón del viaje catártico que Willard ha realizado hasta el corazón de los fantasmas de la guerra.
La película está basada en El corazón de las tinieblas, novela escrita por Joseph Conrad en 1908. La acción, que en el original se sitúa en el Congo del siglo XIX, colonizado de forma brutal por el ejército belga, se trasladó en el filme al Vietnam en guerra de la década de 1960. Del referente literario se tomó el argumento básico del joven idealista que debe adentrarse en el corazón de un mundo de creciente extrañeza, dominado por la muerte y el sufrimiento. La violencia del entorno afecta al protagonista hasta tal punto que geografía mental y física se confunden en un auténtico "país de las tinieblas", en cuyo seno late la sublimación del horror, personificada en el coronel Kurtz. Coppola también rescató del original el paralelismo entre pérdida de civilización y sumisión a la barbarie, en la forma metafórica de la jungla vietnamita y en el séquito de nativos que conforman la siniestra corte del coronel.
El rodaje de Apocalypse Now, cuya realización en Filipinas tomó más de dos años, estuvo rodeado por toda clase de infortunios, incluido un tifón que destruyó buena parte de los decorados. El filme supuso una experiencia agotadora para todo el equipo: Coppola tuvo que hipotecar su propia casa para conseguir la financiación necesaria para acabar el rodaje, y Martin Sheen estuvo a punto de morir de un ataque cardíaco. El escaso éxito comercial de esta obra maestra supuso el fin de su compañía de producciones, Zoetrope, y Francis Ford Coppola hubo de esperar más de tres años en retomar su papel de director. En el 2001, el propio director realizó un nuevo montaje del filme titulado Apocalypse Now Redux.
El fracaso económico le obligó a rodar películas de menor presupuesto pero igualmente memorables, como La ley de la calle (1983), Rebeldes (1983) o Cotton Club (1984). Tras la tercera parte de El padrino (1990), realizó una nueva versión de Drácula titulada Drácula de Bram Stoker (1992). Coppola no fue tan fiel a la famosa novela de Stoker como el título sugiere. Su película es un intento de combinar el clima de terror con una historia romántica y épica: en ella el conde Drácula se convierte en vampiro al renegar de Dios tras la muerte de su mujer, de la que estaba profundamente enamorado. Pasados los siglos, cree que ha encontrado el amor perdido tras ver la fotografía de Mina, la novia de un joven, Jonathan Harker, que ha ido a su castillo para hacer algunos negocios; Drácula viajará a Londres para encontrarse con su amada. Coppola no se queda en la simple historia de terror; su personaje de Drácula es un ser complejo y atormentado en busca del amor. Pero, sobre todo, la película es un gran espectáculo visual que fascina al espectador, con una ambientación muy cuidada.
Entre sus últimos filmes deben mencionarse Jack (1996), The Rainmaker (1997) yMegalópolis (2002). De su más reciente labor como productor destacan Las vírgenes suicidas (1999) y la producción ejecutiva de Lost in Translation (2003), largometrajes ambos realizados por su hija Sofia Coppola, también notable cineasta.

URTECHO, JOSE CORONEL

José Coronel Urtecho

(Granada, Nicaragua, 1906 - Los Chiles, Costa Rica, 1994) Poeta, narrador y ensayista nicaragüense que, junto con Ernesto Cardenal, fue el principal animador de la poesía contemporánea en su país, por la influencia que tuvo su verso coloquial y como introductor de los movimientos de vanguardia.

José Coronel Urtecho
José Coronel Urtecho fue, además, traductor de poesía francesa y norteamericana, hombre de teatro, conferenciante, historiador, ministro de estado y diplomático del gobierno de Nicaragua ante España y Estados Unidos. Se le considera uno de los protagonistas del movimiento de vanguardia que a partir de 1927 rompió con el pasado dariano y modernista, e introdujo en Centroamérica los ismos europeos de la posguerra: el letrismo, el neopopularismo, el surrealismo, el creacionismo, el neobjetivismo, el futurismo...
Se da precisamente el año 1927 como fecha de inicio del movimiento de vanguardia porque fue entonces cuando Urtecho publicó su famosa "Oda a Rubén Darío" en elDiario Nicaragüense de la ciudad de Granada, poema que revisaba no a Rubén Darío sino a su secuela, el llamado "rubendarismo": un tipo de poesía decorativa y preciosista que contó con innumerables epígonos en todo el ámbito de la lengua española.
Desde entonces hasta su muerte, y junto a autores como Pablo Antonio Cuadra y otros de su generación, fue el maestro, el iniciador de casi todas las vocaciones literarias importantes y el centro, en tanto que ideólogo, de casi toda la acción cultural y política de Nicaragua; entre sus discípulos sobresale el sacerdote y poetaErnesto Cardenal, una de las grandes voces de la lírica centroamericana del siglo XX.
La poesía de José Coronel Urtecho está reunida en Pol-la danánta, katánta, paránta(1970). Bajo este título en griego, procedente de un verso de Homero, se incluyen composiciones escritas desde los años 30 hasta 1963. En 1980 publicó Paneles del Infierno, poemario que exalta la revolución sandinista. Escribió también novelas (Narciso, 1938; La muerte del hombre símbolo, 1939), obras de teatro (Chinfonía burguesa, 1957) y ensayos.

FRANCISCO BOLOGNESI

Francisco Bolognesi

(Francisco Bolognesi Cervantes; Reyes, 1816 - Arica, 1880) Coronel peruano. Francisco Bolognesi es particularmente recordado por su heroica participación en la batalla de Arica, en la que murió el 7 de junio de 1880 luchando junto a sus soldados y después de pronunciar unas célebres palabras: "Tengo deberes sagrados que cumplir y los cumpliré hasta quemar el último cartucho". Su valentía y coraje han pasado a la historia como ejemplo de soldado de honor y de espíritu guerrero.

                                       Francisco Bolognesi
Hijo de Andrés Bolognesi, natural de Génova, y de Juana Cervantes, oriunda de Arequipa, fue su padrino el marqués de Montamira, caballero de la Gran Cruz Colorada. Realizó sus estudios primarios en Arequipa. En 1830 ingresó al Seminario Conciliar de San Jerónimo, donde estudió secundaria, sobresaliendo en el curso de matemáticas.
Desde muy joven, a la muerte de su padre (ocurrida el 27 de agosto de 1834), trabajó en el rotativo El Comercio de Arequipa. Estudió contabilidad y llegó a dominar el francés. A los 24 años se dedicó a los negocios de manera independiente, pero su principal interés se centraba en la vida política del país, que por aquel entonces atravesaba una etapa de anarquía.
En 1853, con el grado de teniente coronel, fue designado ayudante del Estado Mayor General de la división de Arequipa, y posteriormente, el 28 de junio de 1854, fue nombrado comisario de guerra. Participó en varias batallas libradas en Ayacucho, Arequipa, Cusco y otros lugares. El 18 de abril de 1856 pasó a servir en la Inspección General del Ejército en Lima.
El 14 de noviembre de ese año fue nombrado edecán de campo del presidente de la República, el mariscal Ramón Castilla. En abril de 1857 empezó a ejercer el mando como artillero y el 7 de marzo del año siguiente fue ascendido al grado de coronel efectivo, por acción distinguida. En la campaña contra el Ecuador de 1860 participó como jefe de artillería.
Enviado a Europa para comprar piezas de artillería, regresó de Londres el 18 de enero de 1862 con el armamento adquirido. En 1872 pasó al retiro, dejando una brillante estela por su recia personalidad de militar a carta cabal en su calidad de excelente comandante de un regimiento de artillería.
La batalla de Arica
Cuando estalló la Guerra del Pacífico (1879-1833), en la que Perú y Bolivia se enfrentaron contra Chile, Francisco Bolognesi fue llamado para tomar las armas y defender la patria. En dicha contienda estuvo al mando de la tercera división y participó en las batallas de San Francisco y Tarapacá.
Después de la derrota de los ejércitos de Perú y Bolivia en la batalla de Tacna, el 26 de mayo de 1880, el sur del país quedó casi del todo perdido en manos chilenas. Únicamente en Arica quedaba una guarnición de 1.600 hombres al mando de Bolognesi, que, aislada por tierra y por mar, estaba condenada a caer. Su emplazamiento era el morro de la ciudad, una cresta natural de unos trescientos metros que se elevaba al pie del océano.
La noticia del desastre de Tacna había tardado en saberse en Arica. El dos de junio habían llegado cinco soldados sobrevivientes con la mala nueva, pero Bolognesi no pudo cobrar conciencia de la magnitud de la derrota y mantuvo la ilusión de que no todo se habría perdido; algunos batallones se habrían salvado y avanzarían a socorrerle.

                             Bolognesi y sus oficiales en Arica
Bolognesi escribió varios telegramas a Lizardo Montero a Moquegua y Arequipa, prometiendo que la plaza no se rendiría, pero pidiendo instrucciones y en especial la llegada de las fuerzas de Leyva, quien con tres mil hombres había sido comisionado por Montero para socorrerle. No recibió respuesta. Leyva se hallaba entonces en Tarata y, viendo cortado el camino hacia Arica por la ocupación chilena de Tacna, había partido hacia el norte, es decir, en dirección contraria. Le quedaba todavía una carta: la retirada hacia el interior, el valle de Azapa, pero no tenía autorización para ello.
Desde meses atrás había comenzado a minarse el morro que preside el puerto, pero los chilenos capturaron al ingeniero Elmore, encargado de la labor, y descubrieron estos planes. De cualquier manera, la noticia de que el morro estaba sembrado de explosivos retrasó la decisión chilena de atacar y los empujó a negociar la rendición. Se ha dicho, sin pruebas que lo fundamenten, que Montero y Bolognesi habían concebido el plan de hacer volar todo el morro, con defensores y atacantes, e incluso la ciudad, si la batalla se veía perdida. Francisco Bolognesi sabía que las minas podían fallar, ya que eran imperfectas, y que la clave de la defensa era la artillería. Lamentablemente, estaba compuesta de cañones que en su mayor parte no giraban en círculo, complicando la defensa.
El 5 de junio de 1880 un parlamentario del ejército chileno, el mayor Juan de la Cruz Salvo, se acercó a pedir la rendición de la plaza a fin de evitar un derramamiento de sangre. El honor militar, aseguró, no debía llevar a un sacrificio carente de antemano de fruto. El ejército chileno tenía seis mil hombres y armamento superior; la proporción era de cuatro a uno. Juan de la Cruz Salvo ofreció una capitulación en términos dignos para los vencidos.
Ante el requerimiento del parlamentario enemigo, Bolognesi replicó: "Tengo deberes sagrados que cumplir, y los cumpliré hasta quemar el último cartucho". "Entonces, está cumplida mi misión", sentenció el mayor Juan de la Cruz Salvo. El coronel, le pidió sin embargo, unas horas para dar una respuesta final, porque quería consultar con sus comandantes, pero Salvo señaló que no había tiempo para ello y que debía volver de inmediato. Bolognesi le pidió aguardar unos instantes. Llamó a su estado mayor, les transmitió la comisión del parlamentario chileno y lo que había sido su respuesta. Todos se adhirieron a ella.
El día 6 de junio de 1880 se produjo la defección del coronel Agustín Belaúnde. Bolognesi lo mandó apresar, pero escapó y huyó hacia Moquegua. En el camino se cruzó con el prefecto de Tacna, Alejandro del Solar, quien se dirigía a Arequipa. Sorprendido del encuentro, Alejandro del Solar le preguntó por la suerte de Arica. Como Belaúnde no supiese responder, se imaginó el resto y lo hizo apresar. Estuvo a punto de ser fusilado, pero se le perdonó. Años después fue elegido diputado por la provincia de Tayacaja.
Los chilenos decidieron atacar por el lado este, el más escarpado, y no por el del mar, donde los peruanos habían concentrado la defensa. El 6 de junio hubo intercambio de disparos entre la flota chilena y la artillería del morro y la del único navío peruano, el Manco Capac. Al mando del coronel Pedro Lagos, sagaz estratega, el ejército chileno hizo varias maniobras de distracción para confundir a la defensa, dejando hogueras encendidas en un lado, movilizando las tropas hacia otro y utilizando a Elmore como parlamentario de una última propuesta de rendición, sabiendo que Elmore contaría a Bolognesi el emplazamiento de las tropas chilenas, que luego cambiarían. En realidad, Elmore malició, correctamente, que el ataque iba a tener lugar por el lado opuesto al que le empujaban a creer, pero Bolognesi, fiel a los reglamentos, no quiso recibirlo por tratarse de un prisionero del enemigo.
El 7 de junio de 1880 se produjo el ataque por el lado este, a las cinco y media de la madrugada. Tras tres horas y media de lucha la bandera peruana fue arriada del morro. Los tripulantes del Manco Capac hundieron el barco para evitar su caída. El plan de las minas no funcionó. Según una versión chilena, Bolognesi corrió hacia la Santabárbara poco antes del final para hacer explotar las minas; al ver que no pasaba nada, gritó "Traición". Los peruanos vieron morir casi la mitad de sus efectivos; entre ellos el coronel Bolognesi, ultimado de un culatazo.